jueves, 14 de abril de 2011

Águilas y Cóndores


Águilas y Cóndores
Por Rubén Regalado Sermeño
 
El presidente de los Estado Unidos de América, William J. Clinton, en su discurso en Inglés, con traducción simultanea al español, en la base militar de Palmerola, a 70 kms. al norte de Tegucigalpa, el día martes 9 de marzo, citó a uno de los más grandes poetas centroamericanos, nacido en Honduras; que vivió en Guatemala y murió en El Salvador: él lo llamó, Juan Molina; su nombre de letras; Juan Ramón Molina (1875 – 1908), el poeta gemelo de Rubén Darío, como muy bien lo llamara el Premio Nóbel, Miguel Ángel Asturias, por la identidad de temas, métrica y otros aspectos considerados modernistas entre Molina y Darío.
            Pues bien, la noticia de la Redacción de Nacionales, de LA PRENSA GRÁFICA, del 10 de marzo de 1999, pág. 10, ligeramente expresa que el Sr. Presidente “dijo en español con un marcado acento la frase “todos somos americanos”, que arrancó aplausos entre los hondureños que le escucharon”.
            El que esto escribe tenía las antenas muy bien dirigidas  hacia el orador – CNN en español y en vivo – y pudo escuchar que él citó, con mucha propiedad la fuente de tal frase: el poema Águilas y Cóndores de Juan Ramón Molina.
            El poema de décimas irregulares, de versos pareados alejandrinos, en dos ocasiones menciona la palabra hermanos con tal acepción: la primera, en la segunda estrofa, después de las atronadoras palabras:

voces de Dios: hipérbolas, parábolas y elipsis,
¡que truenen en el antro del negro Apocalipsis!
La reflexión del hombre americano –esquimal, piel roja, azteca, maya, inca o gaucho.

¿Hermanos no seremos en la América? Todos
nacimos de gérmenes vitales de los lodos:
desde el rubio hiperbóreo que en norte domina
hasta el centauro indómito de la pampa argentina.
            La metáfora “rubio hiperbóreo que en el norte domina”, puede ser de origen barroco; aún el verso parece salido de “La vida es Sueño”; podría ser calderoniana o segismundina, pero de cualquier manera encaja con la imagen exacta del ahora Presidente de la nación septentrional.
            Como ducho en literatura, el Presidente Clinton causó admiración en el nada menos Premio Nobel, Gabriel García Márquez, cuando le recitó de memoria el monólogo de Benjuí, según su opinión, “las páginas más asombrosas pero también las más herméticas” de la obra El Sonido y la Furia de William Faulkner: o por su preferencia por la Meditaciones de Marco Aurelio (121-180), emperador romano de 161 hasta su muerte, obra de inspiración estoica que los docentes conocemos muy poco (El Diario de Hoy, García Márquez, Garcia. El amante Inconcluso, 14 de feb. 1999).
            La segunda y última cita de la palabra hermanos en el poema Águilas y Cóndores, está cerca del final y se inicia con una patética exclamación:

¡Razas del Nuevo Mundo! Pueblos americanos:
en este continente debemos ser hermanos,
bajo el techo de estrellas de nuestro Eterno Padre
la madre de nosotros es una misma madre…

            Con toda propiedad el Presidente Clinton se acercó a nuestras raíces de identidad centroamericana, y por extensión americana, citando este hermoso poema de Juan Molina; sin duda alguna, al Presidente Clinton no le faltan datos esenciales sobre América Central, probablemente ha leído a Francisco Gavidia. Por su don de gentes, “este raro ejemplar de la especie humana”, es “todo lo contrario de la idea que los latinoamericanos tenemos sobre los presidentes de Estados Unidos” (según lo expresa el autor de El Coronel no tiene quien le escriba).
            Esa tarde, como un Marco Aurelio moderno, el Presidente Clinton fue admirado, saludado y vitoreado por los oficiales y clases – hombres y mujeres – acampados en Palmerola; 35 de los cuales contribuyeron a la construcción del Puente Juan Ramón Molina, en Tegucigalpa, acontecimiento que inauguró y citó en el discurso, enalteciendo el servicio de los marines – verdaderas águilas americanas – en tiempos de Paz.

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